Desde que supimos la noticia del idilio entre Lanvin y H&M, desde PONY seguimos cada uno de sus pasos. El pasado 23 de noviembre la colección salió a las calles y nosotras quisimos saber cómo le fue la experiencia a uno de los miles de curiosos que se acercaron a verla y, con un poco de suerte, intentar comprar algo.
"Días anteriores, la publicidad en televisión sobre la nueva colección cápsula que planteaba LANVIN para H&M captaba todos y cada uno de mis sentidos, todos, una publicidad más que buena. Así pues, hoy, 23 de noviembre, a eso de las tres de la tarde, salía de una copistería cercana al H&M que planteó Mariscal dispuesto a hacerme con algo de dicha colección. Una afirmación rotunda zumbaba mi cabeza: ''Ya no quedará nada, ya no quedará nada, H&M abría sus puertas a las 8 de la mañana, no a las 10 como siempre, a las 8''. Eso presagiaba un trágico final consumista. Salgo veloz de la calle Condal, tuerzo a la izquierda mientras esquivo dos bolsas que rezan: ''Yo ya tengo mi Lanvin'' y entro directo al ''after'' que antes pertenecía a Gas Natural. Echo la vista a izquierda y derecha, y a excepción de los maniquís de la entrada, no hay rastro del diseñador colaborador, oh-my-god!
Bajo las escaleras, planta para hombres, miradas rápidas, chequeo a modo vista previa con la web en la cabeza, busco las tees de 20 euros, ni una. Pregunto: - ¿La tee de leopardo vía Lanvin?. -Sí, me dice el chico-, sonrío emocionado. - Está agotada, han arrasado con ella esta mañana-. Me cago en las modernas pero no me rindo. Me hago con una de las camisas de ceremonia, un encargo (el resto de allí presentes, miran, remiran, y vuelven a mirar, ''lo cojo, sí, no, ¿qué hago?, no sé, bueno...''). Y pienso: ''ya tengo una bolsa y una percha como es tradición en mi desde que hice cola para la colección cápsula de CDG para H&M, sólo me falta la camiseta de 20 euros''.
Para mi sorpresa y dada la emoción puesta a la hora de pagar, la chica que me atiende me obsequia con otra bolsa de menor tamaño y otra percha. Subo para salir y de camino topo con otro chico dependiente (al cual mataría para quedarme con su camiseta de LANVIN hecha para el staff de H&M) y me responde a mi pregunta: - Lo de mujer está todo (TODO) agotado aquí, quizá encuentres algo en el otro H&M que hay en Paseo de Gracia, éste y aquél, son los únicos que disponen esta colección-. Salgo zumbando con miedo a que una loca histérica me tire de mi bolsa y se la quiera quedar porque sufre un ataque de ira por llegar tarde y no encontrar nada, que esas cosas nunca se saben... Cruzo una calle, cruzo otra, y otra, son las tres y veinte, veo a lo lejos la entrada del H&M de Paseo. Algo pasa, hay gente frente al escaparate comentando cosas, se huele el miedo, el estrés y la laca de uñas de las allí presentes. Oh-my-God! No doy crédito, conforme entro, me doy cuenta de que voy en paralelo a una cola que va desde la puerta hasta el principio del local, custodiada por 2 o 3 seguratas, y que lleva a una pequeña zona ballada donde se encuentra la colección de mujer medio arrasada ya, diría que pasaban como de diez en diez y hasta que no salían, no entraban más...
Sigo sin dar crédito, eso no puede estar pasando... Tímidamente, aparentemente, porque mi interior no responde, pregunto por lo de chico. -Arriba-, me dicen dos encargadas que como yo, contemplaban perplejas el momento ''¿Hoy crisis? ¿De qué?'', quedan cositas... Espero que encuentres algo, suerte-. Así que deshago mis pasos y cruzo la cola, que estaba, eso sí, muy bien organizada...
Me planto arriba, pongo pose depredadora, y a vista de lince, me lanzo a por todo, eso sí, como si no tuviese prisa, que no se note... miro, remiro, lo que no estaba allí, está aquí.Voy a las camisas, alguien se me lanza sobre la que voy a tocar, me asusto, la chequeo una vez libre y me giro. Me sorprende un maniquí que luce ''el pantalón que creía que era un chándal, pero que no lo era'' y diviso como si de una aparición mariana se tratase, pues lo daba casi todo por perdido, una de las camisetas asequibles para todos de la colección, y para mi sorpresa, nadie me empuja y tranquilamente escojo mi talla. Entro en el probador: -¿cuántas llevas?-. Me la pruebo. Me gusta. Me la quedo. Otra bolsa, otra percha. Pago, bajo, cruzo la cola que sigue in crescendo y vuelvo a mi casa custodiando mis bolsas como si de oro se tratase, mi medo a que me las roben se triplica. No sin mi Lanvin."
Por Arturo Manuel, diseñador de moda.
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